No fue un árbol de los singulares que han crecido en nuestros pueblos, pero por su porte tuvo que ser un bello ejemplar en la llanada de las Cinco Villas.
Solo ha quedado esta imagen del viejo chopo devorado por el fuego y antes de que quede extinguido, he querido guardar su recuerdo en esta foto.
Cumplió su misión y murio de viejo, aunque para él, prematuramente. El fuego le ayudó a desaparecer.
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