Existió en la plana de San Sebastián o de la Llana, ya que con los dos nombres es conocidísimo este lugar; pero en época medieval era el lugar donde se iba a rezar a San Sebastián o a San Roque, pués ambos mantenían sus imágenes en la misma Ermita, desde que una epidemia de Peste Negra hizo estragos entre la población ejeana en 1834, y fue San Roque quien mitigó aquella epidemia.
Ante tan alta mortalidad, producida por desconocidas enfermedades transmisibles, la ermita que se había levantado en 1496 tuvo que ser derruida, creando en ella y sus exteriores el primer cementerio fuera de las iglesias, como habían decretado las autoridades en 1804 en las Cortes de Cadiz.
En pie quedaron las tres cruces que conformaban un Calvario desde los años 1700, con signos de deterioro e impidiendo el crecimiento urbano del Barrio de La Llana, acompañadas de varias cruces de épocas posteriores, realizadas algunas de piedra y la mayoría de hormigón, formando un largo Viacrucis, que la religiosidad popular visitaba con frecuencia, especialmente en La Semana Santa de cada año.
Fue un acierto, que en 2016, la Asociación de Cofradías, integradas por nueve de ellas y con más de 1600 ejeanos, Cofrades de las mismas, tomasen la iniciativa de trasladar aquel antiguo Calvario a una zona ajardinada, que el Ayuntamiento ejeano había creado dentro del Cementerio Municipal.
Hoy he visitado el lugar y las viejas cruces de época medieval, restauradas por la familia Abadía de Uncastillo, amigos del presidente de la Cofradía del Silencio, José Luis Monguilod , colocándolas en sus basas originales y manteniendo la belleza de su antigüedad en esa rinconada llena de Paz y sosiego, entre edificios mortuorios y el pinar.
¡Gracias a todos cuantos habéis aportado todo el cariño por mantener vivo, nuestro antiguo Calvario del Barrio de La Llana!
Restaurado el Viejo Calvario de la Llana.
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