En la ladera quemada, La Cruz de Bartolomé Nivela. (Pulsar y ampliar)
Fueron días de incertidumbre y temor acosados por el fuego, los vividos por los vecinos de Orés, Farasdués, Biota, Malpica y Asín durante aquel gran incendio en nuestra comarca, los primeros días del mes de julio.
Lo pasaron muy mal y han quedado apesadumbrados, después que el incendio se llevo por delante buena parte de su cosecha de cereal que ya estaba esperando la cosechadora.
En fechas pasadas, visité a unos amigos, que en aquellos angustiosos momentos lucharon con desespero cuando el fuego llegaba a las primeras edificaciones de la población de Asín… Me contaron detalles que no olvidarán.
José Abadía tiene buena memoria y me recuerda los lugares que él me enseñó por los montes de Asín y en otros momentos he traido a mi blog: ermita, molino, cruces, fuentes, abrevaderos, etc. Y en la conversación, pensando más en mi que en los motivos que me llevaron a visitarlos, me preguntó algo que yo había olvidado. –¿Llegaste a encontrar la cruz de Bartolo?-. Recordé que en más de una ocasión, y siguiedo sus indicaciones, busqué la mencionada cruz en el montículo donde está la linde con Orés, en la parte noroeste que es Asín. Pero el espeso matorral de coscojos, romeros y aliagas y algún pino en ese lugar, siempre había impedido encontrar la mencionada cruz de piedra.
–Hoy, seguro que la podemos encontrar – me comentó José, que sin pensarlo más salimos con el coche por la carretera hacia Orés, hasta el cerro donde arranca el viejo camino hacia Farasdués, y después de pocos Kms. por él, José Abadía creyó que era el lugar adecuado para encontrarla y paramos allí: 42º16’22’’N-1º02’04’’O. Subimos por la ladera hacia la linde con Orés entre el matorral quemado, dejándonos marcada la ropa, cara y manos con el negro carbón que produjo el incendio. Al fin, alli estaba; donde la clavaron en la piedra el año 1929, para recordar que en aquel inhóspito paraje, murió de un tiro certero el asinero Bartolomé Nivela, quedando su nombre y esa fecha grabada en la cruz.
Si justo es, estar agradecido a esta familia por sus constantes muestras de afecto e interés por ayudarme en otros momentos, en esta ocasión, ofreciéndome su tiempo y atención para llevarme al lugar, que solo no supe encontrar, es algo que se merece mucho más que decir: Gracias.
Sabeis amigos que teneis todo mi afecto.
Pino quemadoJosé Abadía ante la cruz
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